jueves, 9 de junio de 2011

Dogville



Si Dogville es tan buena no es por un planteamiento original, sino por el tipo de ideas que se reflejan en ella, por un lado, y por la forma en la que se plantean y desarrollan, por el otro. Y todo ello con absoluta independencia de si uno es o no capaz de identificarse con éstas. Eso no importa. Tiene un contenido filosófico que yo, personalmente, considero bastante valioso.

Por un lado trata de reflejar una parte importante de la naturaleza humana: la maldad. Dogville deja de manifiesto el primer principio de una sociedad capitalista, y al hacerlo, nos enseña las razones por las cuales un cambio de sistema parece poco probable: somos demasiado egoístas como para pensar en el bienestar ajeno. Lars von Trier exagera esta faceta, es cierto, pero no es algo falso, al contrario, por norma general toda relación interpersonal es hipócrita, falsa e interesada. Muchas sonrisas son mentirosas. Las buenas amistades escasean.

Ese egoísmo se ve bien representado en la necesidad de los habitantes de mantener serena su conciencia: por un lado todos justifican su maldad a través de planteamientos rebuscados y contradictorios; por el otro se alían desde el silencio para ignorar su mierda y poder, en conjunto, seguir abusando de la protagonista. En cuanto ven que tienen esa posibilidad de dominio, de que ella, atada a sus circunstancias, depende completamente de ellos, es entonces cuando todo empieza a cocerse. En tiempos de guerra la maldad humana despierta. Al darse la posibilidad de la violación tanto física como psicológica todos se lanzan a ella. Todos son conscientes de que no hacen nada bueno, pero como todos lo hacen, ninguno decide frenar sus instintos.

Lo más interesante, sin embargo, no reside en la actitud del pueblo sino en la forma en la que Grace, la protagonista, afronta toda la mierda que le restriegan. Sus convicciones morales, de tipo relativista-determinista, le impiden tanto juzgar como odiar, ya que, según este tipo de planteamientos, todos somos víctimas tanto de nuestras circunstancias como de nuestra conciencia: nadie puede hacer otra cosa que la que haría. Por eso ella no se defiende, por eso ella no juzga. Su padre no niega esa verdad, lo que niega es su utilidad, de ahí que adopte una actitud maquiavélica: el fin justifica los medios. El tipo de sociedad que se refleja en Dogville es de todo menos útil para el progreso de la humanidad, y por eso, en un final, se hace necesario exterminarla: como Sodoma y Gomorra, Dogville debe ser exterminada para darle una lección al mundo. Grace no decide exterminar al pueblo porque sienta rencor por sus habitantes, sino porque el resultado es una moral que progresa y endereza al ser humano. Es cierto que, sin embargo, sí que hay algo de odio, pero eso no cambia el planteamiento: no es la principal razón del exterminio.

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