lunes, 7 de febrero de 2011

En primer lugar, ¿hace falta que exista correspondencia entre nuestros recuerdos y la realidad? De forma similar me pregunté hace un mes, ¿hace falta que exista correspondencia entre lo que yo pienso/siento que soy y lo que hago? Por otro lado, ¿qué configura la identidad de una persona, son realmente sus recuerdos o hay algo más detrás de ello? ¿Sentimientos quizás? ¿Involucran los recuerdos experimentaciones del pasado? ¿Qué diferencia existe entre un recuerdo (la memoria) y una experiencia? ¿Son nuestros recuerdos experiencias?.

Veámoslo del siguiente modo, si ahora por ejemplo a una mente A le borrasen la memoria y le insertasen los recuerdos de un sujeto B, ¿se habría realizado un intercambio de identidad? Esto es, ¿sería A ahora B realmente de forma íntegra, o por contra B habría sufrido cambios? Pienso que hay ciertas cualidades de la conciencia de cada individuo, de su mente, que nos hacen reaccionar de formas distintas ante el mismo recuerdo. De esta forma, aun cuando depositásemos la memoria de A en una mente vacía, esa mente no sería como A lo era en el recipiente original, sino que se vería condicionada por la biología de su propia mente, que le haría, por decirlo de algún modo, sentir cierta propensión a cierto tipo de sentimientos como el amor, el odio y la alegría, cosas que no estarían determinado tanto por la memoria como sí por la propia constitución física dela mente. De esta forma, un recuerdo del pasado que con la constitución biológica de la mente de A nos hizo enamorarnos de ella no nos haría enamorarnos si se hubiese dado en la constitución biológica, física, de la mente de B, puesto que A, a diferencia de B, tenía ciertas propensiones emocionales que no tenía la otra, como por ejemplo, la tendencia a enamorarse ante X circunstancias. De forma similar al hecho genético de que unas persona sean más altas, más débiles, más inteligentes, etc. Mi pregunta es, a fin de cuentas, ¿Si ahora mí me borrasen la memoria y me insertasen los recuerdos de una persona profundamente enamorada, yo caería también profundamente enamorado? ¿Qué relación existe, entonces, entre las experiencias y la memoria? ¿Estaría en el recuerdo que me insertan la sensación del amor por alguien o eso sería algo relativo a la constitución biológica de mi conciencia? Si es lo segundo, entonces, ¿qué configura la identidad, la memoria o la constitución virgen de una mente? Esto es, una mente vacía, sin recuerdos, una mente que acaba de salir del útero y que todavía no ha sido condicionada por el ambiente externo. La respuesta bien podrían ser las dos al mismo tiempo. Pero, ¿cuál es realmente más importante?.

Pero a sí mismo, podríamos decir que esa misma constitución se ve manchada y condicionada por los recuerdos de la misma forma que éstos lo son por ella, de modo que se daría, entonces, una relación recíproca de condicionamientos. ¿O no? ¿Queda la mente, su constitución biológica, inalterada por los recuerdos, de modo que sólo existiese una única dirección de condicionamientos?.

Sobre las otras preguntas, las del primer párrafo, tengo que desarrollarlas, pero a día de hoy apuesto por la idea de que no hace falta esa correspondencia.

viernes, 4 de febrero de 2011

martes, 1 de febrero de 2011

«Calcular la marcha del mundo no significa comprenderlo»

Lotze

Esa pretensión estúpida de descifrar el sentido de la vida a través de la extrema fisicalización de la conciencia humana... gilipolleces, aun cuando la conciencia fuese perfectamente delimitada no resolveríamos nada, puesto que ese tipo de cosas, ya sean valores morales, estéticos, teológicos... son cosas que en su experimentación llegan a trascender a la realidad, cosas que ponemos nosotros sobre el mundo pero que no pertenecen al mundo. Al mundo pertenecen las experiencias de lo bueno, de dios, de lo bello... pero a ese mundo no pertenece un criterio último que determina lo objetivamente bueno o bello; es decir, en el mundo no se da, en ningún caso, que una acción sea mala o buena, lo que se da es la experimentación de malo o bueno en un sujeto; se da, más concretamente, una experiencia moral o estética, pero sobre qué partes del mundo pueda darse esa experimentación es una cuestión absolutamente relativa. La moral es parte del mundo en la medida en que es una experimentación de la conciencia; en el mundo no existe lo bueno, existe la experimentación de lo bueno, sobre qué se experimente no está nada claro. El miedo, por ejemplo, es una experiencia común, pero no es algo que depositemos todos sobre la misma cosa, es decir, no todos tenemos miedo de las alturas o de la oscuridad. Lo bueno no está en la cosa, es causa de ella, sí, es causa de la sensación de, y en consecuencia pensamos que ahí, en esa cosa, en ese hecho del mundo, está lo bueno, lo bello, el miedo... y depositamos sobre su seno la verdad "eso es bueno". De esta forma, primero, qué sea bueno, no ya la sensación, es algo independiente del mundo, algo que no le pertenece; y segundo, sobre qué depositemos esa experiencia es algo relativo a nuestra propia conciencia.

A lo sumo, un naturalismo extremo, suponiendo que llegase a una etapa última de desarrollo en la que descifrase los enigmas de la conciencia, podría calcular ante qué circunstancias una Conciencia A, B, C... tiene la experiencia moral de bueno o malo, de bello o feo, pero no podrá determinar qué sea bueno o malo, lo único que podrá averiguar es por qué las personas piensan que eso es bueno o malo. Pero así no se comprenderían nada. Para comprender algo es necesario sentir, y algo se siente de verdad cuando sientes la necesidad de su verdad, cuando la imposición de tu voluntad sobre el mundo, que es la del universo, se hace necesaria.

Let Down

Radiohead - Ok Computer (1997)

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